Formación teatral



Taller de Juegos Teatrales
Formación Teatral para niñas, niños y adolescentes

Lunes 18.30 a 20 hs: adolescentes
Martes 18.30 a 20 hs: 9 a 12 años
Sábados 10.30 a 12: 6 a 9 años
En Club Círculo Devoto - Pedro Morán 4151

Propongo un espacio de aprendizaje de la actividad teatral (actuación e inmersión en lo que es el teatro en su totalidad) de manera lúdica y divertida. El teatro es en sí un juego, que como todos los juegos tiene sus reglas. En este juego ponemos nuestro cuerpo y todo nuestro ser. Requiere de mucha entrega, por lo cual garantizo un espacio de respeto por todos los participantes, y un clima de confianza y comodidad, ya que  solo de esa manera, podrán desplegar sus potencialidades. El juego del teatro nos transforma como personas, ya que nos pone ante situaciones en las que debemos aprender a escucharnos, dialogar, aceptar las propuestas de los demás, proponer y decir lo que pensamos, desinhibirnos, hacer acuerdos, ponernos en el lugar del otro, ver la vida desde el punto de vista de diversos personajes, dejarnos llevar por la imaginación. El teatro nos hace más creativos y más flexibles para acomodarnos, (¡nunca pasivamente!) a las situaciones inesperadas. El teatro nos invita a que la mente, el cuerpo y las emociones, se entrecrucen, a comprender el lenguaje no verbal, a conocernos, valorarnos y poder comunicarnos mejor con nosotros mismos y con los demás. 
Hay muchas maneras de aprender este hermoso oficio. Yo quiero contarles cuáles son los valores que me guían:
  • El valor de la grupalidad - Hacer teatro es trabajar en grupo inevitablemente. Siempre es necesario un equipo, aunque se trate de una obra unipersonal. Los distintos puntos de vista, propuestas y opiniones son valiosos para un mejor resultado. En el caso del taller, los chicos van notando cómo, si cada uno pone lo mejor de sí, el resultado grupal es más potente.  
  • Placer y responsabilidad - La actividad apunta a ser nutritiva y divertida. El aprendizaje solo se da acompañado de una calidad placentera. Apuntamos a que los chicos sientan satisfacción y sean responsables en las tareas grupales que implican colaboración y respeto por los demás. Ayudamos a los chicos a que regulen sus niveles de energía para que sean adecuados a las actividades, y a que aprendan de sus propias experiencias cómo interactuar respetuosamente con los otros. En este taller no usamos el reto como modo de dirigirnos a los chicos.  
  • El error no existe - En este espacio queremos erradicar la idea del buen o mal rendimiento. No hacemos comentarios que inciten a que los chicos se comparen entre ellos, ni que se sientan inferiores o superiores a otros. Cuando surgen ese tipo de comentarios por parte de los chicos, tratamos que comprendan que solo pueden compararse consigo mismos y que el aprendizaje se da progresivamente. No tenemos que ser todos iguales, la riqueza está en las diferencias. Generalmente, lo que los chicos consideran como errores son las puertas hacia la sorpresa. La perfección tiene que ver con el control, y aquí queremos desarrollar la espontaneidad. Lo único que está mal es pegarle a los compañeros, dañar al espacio, o boicotear intencionalmente la tarea para impedir que el resto pueda jugar.
  • Estar en el presente - En el teatro, lo que vale es el momento presente. El juego se basa en le técnica de la improvisación, es decir que  los chicos se lanzan al juego desde algunos estímulos y habiendo pautado de antemano algunas pocas reglas, pero sin saber qué sucederá. Para que la escena pueda continuar, es necesario estar concentrado en lo que está pasando y ver las posibilidades del momento.  El  desafío de estar en el aquí y ahora es el mejor antídoto para la ansiedad y la mejor práctica de concentración.
  • Integración entre el cuerpo y la mente - Desde lo cultural está instalada la idea de que la mente le da indicaciones al cuerpo y que éste actúa obedeciendo. Haciendo teatro, nos damos cuenta que no siempre es la mente la que dirige al cuerpo. Se produce un diálogo fluido entre el pensamiento y el movimiento.  Aprender a registrar y darle expresión a los impulsos corporales nos abre la posibilidad de descubrir emociones jugando. Jugando las emociones no nos pueden exceder ni asustar, pero sí las podemos empezar a conocer y nombrar. Este punto es muy importante porque podemos trabajar sobre la inteligencia emocional sin desconectarlas del cuerpo, que es de donde surgen.
  • La empatía - Hacer un personaje es ponerse en los zapatos de otro ser. El  personaje puede ser completamente inventado por el  actor, o puede ser construido desde un modelo. De cualquier forma, entramos en otro cuerpo, en otra manera de pensar, sentir y accionar. Para esto debemos desarrollar  la flexibilidad física y psíquica, y abrir nuestras cabezas y nuestros corazones para poder comprender a los demás y a nosotros mismos.
  • El objetivo y el conflicto: parte del juego escénico - En las escenas los personajes tienen objetivos, y en algún momento se establece un conflicto de intereses. Esta condición para hacer las escenas, nos obliga a aprender a focalizar un objetivo, y a buscar estrategias dentro del juego para lograrlo. A su vez, se nos presentan obstáculos que obligan a los actores a ser creativos y buscar  soluciones a lo que parece imposible de resolver. Hacer escenas pone a prueba nuestra creatividad para conseguir lo que queremos, y aunque en la vida, las cosas no sean tan sencillas, vamos practicando un modo no lineal de pensar.
  • Autoconocimiento - Jugando  a ser otros nos conocemos a nosotros mismos. La imaginación funciona combinando contenidos que sacamos de las impresiones que vamos tomando del mundo. Empezamos a valorar nuestro particular punto de vista, y nos animamos a ser creativos y a sorprendernos de nuestras ocurrencias. Y jugando con otros podemos ampliar nuestras posibilidades de movernos, de actuar y pensar.
  • Comunicación - Haciendo teatro nos comunicamos permanentemente, tanto con los otros como con nosotros mismos. Mientras actuamos debemos observarnos para no descontrolarnos. Una parte de nosotros sigue los impulsos del cuerpo para actuar y otra parte va observando y guiando. Los ejercicios grupales también requieren de saber comunicarnos. Y para eso debemos saber escuchar al otro, proponer ideas, aceptar, expresar el desacuerdo con respeto, tener paciencia y compartir el entusiasmo del estado creativo.
  • Uso del espacio y esquema corporal - En el teatro nuestro instrumento de trabajo es el cuerpo, el cuerpo sensible y vibrátil. Aprendemos a usarlo de manera expresiva, teniendo cierto control de qué es lo que queremos producir en el espectador. Para eso usamos los gestos, las calidades de movimientos, el tono de la voz, y la ubicación y trayectorias en el espacio. La cercanía o lejanía entre compañeros ya puede comunicar algo, el estar en el piso puede significar otra cosa, o estar pegados a la pared, por ejemplo. A medida que los chicos van aprendiendo jugando a usar el cuerpo para comunicar diversos contenidos, se va estructurando su esquema e imagen corporal, es decir, el reconocimiento de su propio cuerpo, que incluye el control consciente sobre él y el caudal de información sensible que nos puede dar.
  • Estructura teatral y temporalidad - Las escenas teatrales se despliegan en el tiempo. Contamos con antecedentes, circunstancias previas, situación presente, conflicto, consecuencias, finales posibles de la escena. A la hora de armar un relato para una escena tenemos que tener una visión del tiempo lineal (pasado, presente, futuro) y a la vez simultánea. Como en la vida misma, pueden pasar muchas cosas a la vez, pero nuestra atención va hacia una cosa por vez. Aprender a tener mucha información presente, y a poner el foco en una cosa por vez, es una habilidad que se puede desarrollar jugando al teatro.
  • Reflexionar para mejorar -  Al final de la clase nos tomamos unos minutos para reflexionar sobre cómo nos sentimos con la actividad ¿Como es ponerme en el lugar de otro por un rato? ¿Cuán diferente es a mí y en qué cosas somos parecidos? Armar un personaje obliga a abrir la percepción en la vida cotidiana, a desarrollar la capacidad de observación del mundo que me rodea.  Con la reflexión apuntamos a que los chicos aprendan a poner en palabras sus registros internos y a poder expresar el bienestar o el malestar en relación a conflictos que puedan surgir, para buscarles una solución creativa.









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